- Tras disfrutar de AFI, Weezer y Deftones en el C. Capital, el recorrido por California terminó en Agoura Hills, ciudad donde nació Linkin Park, banda que cerró el festival.
STAFF / AR
CIUDAD DE MÉXICO.- El viaje por distintas zonas de California, luego de escuchar a AFI, Weezer y Deftones en el tercer día del C. Capital, culminó con una parada simbólica en Agoura Hills, ciudad que vio nacer a Linkin Park, la feroz banda encargada de cerrar la decimoquinta edición del festival.
Fue aquí donde, precisamente, el 31 de enero de este año, arrancaron su From Zero World Tour 2025 en el Estadio GNP, para después saltar a Guadalajara y Monterrey. Un círculo perfecto en el que el grupo agradeció a los mexicanos por su apoyo incondicional.
“¿Están listos para divertirse esta noche?”, soltó al inicio del show, a las 23:00 horas, la explosiva Emily Armstrong, quien aunque sigue dividiendo opiniones entre los fans más extremos, no deja de impactar por su desgarradora voz.
Linkin Park dio el salto desde dos de sus rolas más clásicas, “Somewhere I Belong” y “Points of Authority”, hasta dos de las más recientes, “Up From The Bottom” y “The Emptiness Machine”, todas matizadas con el rap y la lírica de Mike Shinoda y la electrizante entrega de Armstrong.
“Se cumple un año del lanzamiento de nuestro nuevo disco. Estamos muy agradecidos por el apoyo que nos han dado en esta nueva etapa, muchas gracias. ¡Viva México, cabrones!”, agradeció Shinoda, en español.
Según la cifra oficial de OCESA, 82 mil 601 personas arribaron ayer al Autódromo Hermanos Rodríguez, para gozar la nostalgia de Deftones, el power pop de Weezer, el punk rock de AFI, el oasis acústico de Of Monsters and Men y la energía de James.
Deftones, la banda californiana encabezada por “Chino” Moreno, salió a escena a las 21:30 horas presentando su disco Private Music, lanzado este año con críticas positivas.
Nominada al Grammy como Mejor Álbum Rock, esta décima placa de estudio presume de rolas como “my mind is a mountain” y “ecdysis”, que hicieron reverberar a sus fans.
La banda transportó a todos a 1997, cuando su icónico segundo disco de estudio, Around The Fur, irrumpió en el mercado.
El gancho a la memoria llegó con dos de las rolas más famosas de la banda originaria de Sacramento, ambas de ese álbum seminal: primero, “Be Quiet and Drive (Far Away)”, y de inmediato “My Own Summer (Shove It)”, todo un himno del metal.
Esta última rola, que se volvió fenómeno mundial cuando formó parte del soundtrack de la película Matrix, hizo que los fans de más edad dejaran al lado los achaques para sacudir la melena, saltar eufóricos, expulsar la energía reprimida y hasta crear pequeños círculos de slam.
Otra banda californiana, Weezer, le inyectó calor al escenario principal. Extraído de los años 90, el grupo dio un cambio radical al sonido previo del templete, con el punk rock de AFI. Weezer sacó sus mejores rolas cargadas de nostalgia y power pop para conquistar a los asistentes.
“My Name Is Jonas”, “No One Else” o la pegajosa “Dope Nose” iniciaron el viaje al pasado de la mano de Rivers Cuomo, vocalista y guitarra principal.
Y con todo y que no han lanzado discos desde su Van Weezer, de 2021, la sensación “feel good” de varias de sus rolitas parecieron ser suficientes para que la gente se sacudiera el clima gélido y disfrutara, se contoneara y cantara como si estuvieran en una playa.
La actuación de Of Monsters and Men fue como un oasis acústico, donde las guitarras y la armonía de voces llevaron a la gente a una comunión de intimidad.
Las palabras salían al unísono de las bocas de Nanna Bryndís Hilmarsdottir y Ragnar Porhallsson, quienes arrancaron su acto con “Television Love”.
Su escenario, el tercero en cuanto a tamaño, no tuvo explosiones de pirotecnia ni fuego, pero la composiciones de la banda islandesa eran suficiente para que los fans olvidaran el frío y se entregaran a una fiesta total.
Al coincidir en horario con el show de Deftones, la cantidad de público no fue tan masiva como la que registraron otros grupos, pero las emociones se mostraban encendidas, con mexicanos que coreaban todo, eran generosos con sus aplausos y acompañaban cada tema con sus palmas.
