- La muerte acelerada de palmeras en la CDMX no sólo cambia el paisaje, sino que aumenta la cantidad de residuos orgánicos.
STAFF / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- La muerte acelerada de palmeras en la Ciudad de México no sólo cambia el paisaje, sino que aumenta la cantidad de residuos orgánicos.
Dionicio Alvarado, investigador del Colegio de Posgraduados de Texcoco, considera que el producto de los derribos es un problema que también debe atenderse.
Sobre todo, porque deben someterse a tratamiento para reducir la posibilidad de que se propaguen los patógenos que las secaron.
“A partir de 2022, la fracción orgánica se incrementó de forma drástica con el fenómeno de la declinación y muerte de la palma canaria”, planteó Alvarado en un estudio.
El peso de cada palmera va de 1 a 4 toneladas. La Secretaría del Medio Ambiente reportó que al menos 5 mil deberán ser removidas, lo que representaría desde 5 hasta 20 mil toneladas de desechos adicionales.
En 2011 se registraron las primeras muertes de este tipo de plantas en la Capital del País.
Fue Alvarado quien en 2024 explicó que un conjunto de hongos y bacterias era la causa de la mortandad, en un proceso acelerado por el cambio climático.
También realizó bioensayos de fitotoxicidad con la empresa Terra Mulch, ubicada en Xochimilco, hasta encontrar un proceso de elaboración de compostaje que cumple con las disposiciones normativas para su aplicación como abono.
Después de un método de elaboración que requiere 124 días, Alvarado y expertos del Colegio de Posgraduados reportaron una composta producida con los desechos de las palmeras, con los elementos tóxicos neutralizados.
“Los bioensayos realizados con los extractos acuosos de palma confirmaron que después de cuatro meses de compostaje, el producto obtenido alcanzó madurez y estabilidad, es decir, libre de fitotoxicidad para semillas de lechuga”, concluyeron.
EL CAMELLÓN
El 20 de febrero, una palmera seca se incendió en la Colonia Santa Isabel Tola.
A 1.7 kilómetros de ahí, cuadrillas de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) retiraron poco después 40 ejemplares secos sobre Avenida Politécnico Nacional, en Lindavista, algunos con raíces que alcanzaban hasta 5 metros de profundidad.
Con picos y hachas, los trabajadores redujeron la dimensión de los tocones a ras del suelo, para sembrar en los siguientes días plantas y proceder a diseñar jardineras en donde hubo palmeras durante 70 años.
“Los troncos se están llevando a un sitio autorizado en Xochimilco”, comentó Miguel Orozco, encargado del grupo de trabajo.
El sitio de disposición es el Vivero Nezahualcóyotl, en esta demarcación, adonde han llegado los residuos desde hace tres años, cuando la CDMX comenzó un programa de derribo de palmas muertas para reducir riesgos.
Durante meses, camellones acumularon hojas de palmas desprendidas, debido a que el personal de limpia tiene instrucciones de dejarlas, pues la recolección corresponde a cuadrillas especializadas.