Por KUKULKÁN
NO SERÁ un juez. No será un ministro. No será un senador con discursos eternos ni un académico con doctorado en letra pequeña. Será un robot. Bueno, casi. Se llama JusticIA y no tiene toga, pero acaba de convertirse en la cara amable —y funcional— de la justicia mexicana. Mientras el país se prepara para una elección histórica en la que ciudadanos votarán por jueces, magistrados y hasta ministros, la Suprema Corte se adelantó a la escena futurista y lanzó un asistente virtual que promete hacer lo que miles de funcionarios no han logrado en décadas: explicar, guiar y, de paso, evitar que la corrupción siga manoseando al Poder Judicial.
LA VENTAJA es que JusticIA no se agota, no se ausenta, no finge demencia. No es influenciable ni corruptible. Y mucho menos sentimental. JusticIA no tiene corazón, pero quizá sea justo eso lo que necesitábamos en un sistema saturado de emociones políticas y favores disfrazados de jurisprudencia. El mensaje es claro: los humanos ya no pueden con el paquete. Y si de limpiar el Poder Judicial se trata, mejor dejarlo en manos de robots que no aceptan sobres manila ni almuerzos con jueces. JusticIA —que no es prima de Alexa ni hermana de ChatGPT, pero les da batalla— está entrenada para entender preguntas hechas en español natural.
¿QUE QUIERES saber qué diablos es una controversia constitucional o cómo denunciar a un magistrado corrupto? Ella te contesta. Sin miedo, sin vueltas, y lo mejor: sin necesidad de un abogado que te cobre por explicarte. En tiempos en los que se roban hasta las toallas en las oficinas públicas, la SCJN decidió que ya era hora de ponerle algo de circuitos a la justicia. Y lo hizo sin pedirle permiso a ningún político, porque si fuera por ellos, seguiríamos en la era del fax. JusticIA no sólo busca términos legales en un mar de PDFs, también interpreta el sentido de las preguntas. Sí, como si entendiera nuestras confusas dudas ciudadanas, cargadas de hartazgo, indignación y café recalentado.
¿QUE SI se va a equivocar alguna vez? Seguro. ¿Que puede tener sesgos si se alimenta con datos erróneos? Por supuesto. Pero al menos JusticIA no se va de vacaciones cada puente, no pide aumento por “complicidad institucional” y no teme pisar callos. Además, a diferencia de ciertos jueces con historial dudoso, no tiene compadres en el Senado ni parientes en notarías. Este nuevo experimento robótico llega justo cuando el Poder Judicial se prepara para una sacudida histórica: el próximo domingo 1 de junio se celebrará la primera elección popular de jueces, magistrados y hasta ministros de la Suprema Corte.
ASÍ ES en México, ahora también se vota por los árbitros. Y mientras los humanos siguen haciendo campaña, con spots, abrazos y promesas, los robots ya están chambeando. JusticIA se suma a sus primas mayores, JulIA y Sor Juana, también creadas por la Corte, como si estuvieran armando un gabinete paralelo pero digital, más eficiente y menos corrupto. Ellas tampoco lloran, tampoco olvidan, pero al menos no votan a favor de intereses oscuros ni pierden expedientes “por error de sistema”. Eso sí, no todo es miel sobre algoritmos. Hay quien teme que tanta IA sin control pueda salirse del guion: falta de transparencia, riesgos a la privacidad, sesgos escondidos en códigos de programación. ¿Y si de pronto JusticIA comienza a recomendar jueces a modo? ¿Y si un día deja de responder preguntas incómodas? Todo es posible… pero honestamente, ¿eso no lo hacen ya los funcionarios de carne y hueso?
POR AHORA, la gran ventaja es que este asistente virtual no guarda secretos. No usa cookies, no rastrea a nadie, y no pide tu CURP para responderte. Su existencia es, en teoría, un acto puro de servicio público. Y si bien no puede dictar sentencias, sí puede poner a más de uno en aprietos si descubre que las respuestas oficiales no coinciden con las prácticas reales del sistema judicial. Así que ya sabe: si algún día no entiende qué demonios hizo la Corte en tal o cual caso, si quiere saber cómo denunciar a un juez que duerme en la audiencia o si simplemente quiere verificar que el derecho aún existe en este país, pregúntele a JusticIA. Ella no tiene padrinos, no se deja sobornar y —por ahora— no miente.