Sergio León Cervantes
Aunque muchos esperaban que el nuevo Papa fuera italiano, español o incluso africano, la realidad geopolítica y económica apuntaba en otra dirección: Estados Unidos. Hoy, inmersos en una recesión global sin precedentes —disfrazada por la inercia de la globalización—, la elección de un Papa estadounidense no es un hecho aislado: es una jugada estratégica.
Con un nuevo presidente aplicando políticas para reposicionar a EE. UU. como potencia dominante, la llegada de un líder religioso desde el mismo país refuerza su influencia. El Vaticano, con su peso económico y diplomático, opera como un microestado con gran poder simbólico. Este “papado americano” podría ser clave en la reconstrucción de un liderazgo mundial perdido hace dos décadas.
Pero más allá de la política, hay un trasfondo más profundo: el deterioro de los valores humanos ha sido uno de los factores silenciosos de esta crisis económica. Durante las próximas dos décadas, principios como la unión familiar, la ética del trabajo, la lealtad y el respeto serán tan importantes como cualquier política monetaria.
No se trata de volcarse a una sola fe, sino de reencontrar en la espiritualidad —sea cual sea— un camino para restaurar el tejido social. Sólo así volverá a girar la rueda del desarrollo económico y del liderazgo global.
¡Hasta la próxima semana, con nuevos retos y oportunidades!
Sin miedo a la cima, que el éxito ya lo tenemos.
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