Las hienas al acecho: el festín político que no fue

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POR KUKULKÁN

EN EL SIEMPRE movido y dramático escenario político de Quintana Roo, hay quienes se frotan las manos imaginando el ocaso de Mara Lezama. Son los mismos que, incapaces de construir algo propio, se contentan con merodear los logros ajenos, esperando que caiga una migaja que les devuelva la relevancia.

Pero no hay banquete para ellos: la gobernadora no sólo está firme, sino más fuerte que nunca.

NO OLVIDEMOS que, en 2018, cuando pocos apostaban por Morena, Mara se lanzó al ruedo y arrasó en Cancún. Esa victoria no fue un accidente, fue el principio de una transformación profunda. Ahora, con el cinismo que caracteriza a quienes nunca han ganado una elección sin padrinazgo, sus detractores intentan restarle mérito, alegando lealtades verdes como si eso invalidara su convicción guinda. Ironías del poder: quienes ayer vivían del viejo régimen ahora se disfrazan de puristas ideológicos.

EN 2022, Mara rompió techos de cristal y récords electorales con un respaldo histórico. Lo que otros no pudieron lograr en décadas, ella lo hizo en una elección. Y sí, las alianzas existen —porque gobernar no es pontificar desde la pureza, sino sumar para transformar—, pero quienes hoy la critican, olvidan que esas mismas alianzas les dieron de comer por años.

EL PROBLEMA , claro, no es Mara. El problema es que funciona. Su gobierno tiene obra pública, respaldo presidencial, encuestas nacionales que la colocan en la cima, y una ciudadanía que, mayoritariamente, la respalda. Eso no lo soportan quienes están más cómodos en el grito que en la propuesta. La llamada “Ley Antimarchas” fue corregida con rapidez, pero sus adversarios prefirieron seguir pataleando en vez de reconocer un gesto poco común en la política: la autocrítica.

HOY, Mara Lezama representa algo que sus críticos no pueden tolerar: resultados. Y eso, en la política, es más letal que cualquier escándalo. Que no se confundan: la transformación en Quintana Roo no depende de un solo nombre, pero sin ella sería sencillamente impensable. Así que sí, las hienas pueden seguir aullando… pero el banquete, esta vez, no es para ellas.

ALGUNOS aún no se enteran: la política ya cambió en Quintana Roo. Mientras un puñado de figuras recicladas se relamen los colmillos soñando con el regreso de los viejos tiempos, Mara Lezama sigue cosechando respaldo ciudadano, resultados tangibles y encuestas que la colocan como la gobernadora mejor calificada del país. Eso, por supuesto, les irrita.

LA ACUSAN de alianzas, olvidando que muchos de ellos están activos en la política gracias a pactos mucho más oscuros. Las hienas están nerviosas porque la selva política ya no las reconoce como reinas. El manual de los opositores es predecible: cuando no se puede competir con resultados, se intenta sembrar dudas. Así, mientras Mara Lezama entrega obras, mejora el transporte y coordina con el gobierno federal, sus críticos se conforman con lanzar dardos desde la orilla. No les queda otra.

PERO los datos no mienten: la ciudadanía respalda su gestión, los indicadores la posicionan como la mejor gobernadora del país, y su liderazgo está más consolidado que nunca. Las hienas podrán ladrar —o aullar, según prefieran—, pero el liderazgo no se improvisa, se construye. Y Mara, ya lo demostró, sabe construir.

@Nido_DeViboras

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