José Réyez
El crimen organizado ha dejado de ser un problema local para convertirse en una amenaza transnacional que conecta a Latinoamérica y Europa a través de redes de narcotráfico, trata de personas, blanqueo de capitales y ciberdelincuencia.
La magnitud de este fenómeno es tal que supera las capacidades individuales de los Estados, requiriendo una respuesta coordinada y sostenida entre ambas regiones, refiere el informe de la Unión Europea 2024.
La Unión Europea (UE) y Latinoamérica, unidas por lazos históricos, económicos y culturales, enfrentan ahora el reto de fortalecer su cooperación para combatir este flagelo que socava la democracia, la seguridad y el desarrollo.
Latinoamérica alberga algunas de las organizaciones criminales más violentas y poderosas del mundo, como el Clan del Golfo en Colombia, el Primer Comando de la Capital en Brasil o el Cártel de Sinaloa en México. Estas redes no sólo operan con impunidad en sus países de origen, sino que han extendido sus tentáculos hacia Europa, donde el consumo de cocaína y otros delitos conexos están en auge.
Según Europol, el 36 por ciento de las redes criminales más peligrosas del mundo se dedican exclusivamente al narcotráfico, generando en la Unión Europea un mercado ilícito valorado en 31 mil millones de euros anuales.
El problema es complejo: las mafias han penetrado las estructuras estatales mediante la corrupción, debilitando instituciones y sustituyendo al Estado en zonas donde este brilla por su ausencia. Además, factores como la desigualdad, la inflación y el desempleo en Latinoamérica crean un caldo de cultivo ideal para el reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado.
Frente a este escenario, la UE ha implementado diversas iniciativas para fortalecer la cooperación con Latinoamérica:
Programa PAcTo: Liderado por España, este proyecto busca reforzar las capacidades de 18 países iberoamericanos en la lucha contra el crimen transnacional. Con un presupuesto de 58 millones de euros, incluye la creación del Comité Latinoamericano de Seguridad Interior (CLASI), un foro que reúne a ministros de 11 países para coordinar políticas públicas de seguridad.
Europol y Eurojust: Agencias europeas facilitan el intercambio de información y la coordinación judicial entre continentes. En 2023, Eurojust apoyó incautaciones de drogas por valor de 25 mil millones de euros, mientras que Europol ha firmado acuerdos con Brasil, Colombia y Chile para combatir el crimen organizado.
Alianza Europea de los Puertos: Presentada en 2024, esta iniciativa busca frenar la infiltración de mafias en los puertos, principales puntos de entrada de cocaína a Europa. La corrupción en estos centros logísticos es un eslabón clave en la cadena del narcotráfico.
Mecanismo UE-Celac: Este diálogo birregional, iniciado en 1998, promueve la cooperación en materia de drogas. En su última reunión en La Paz (2024), se destacó la necesidad de mejorar el intercambio de tecnología e información para enfrentar a las redes criminales.
A pesar de estos avances, persisten retos significativos: Corrupción: Sin erradicar este mal, cualquier esfuerzo será insuficiente. Las mafias dependen de sobornos y tráfico de influencias para operar. Coordinación: La diversidad de actores y jurisdicciones complica la implementación de estrategias unificadas. Enfoque integral: El crimen organizado no se combate sólo con medidas policiales; requiere abordar sus raíces sociales y económicas.
La lucha contra el crimen organizado exige una alianza sólida y duradera entre la UE y Latinoamérica. Los programas existentes son un buen punto de partida, pero deben ampliarse y adaptarse a las nuevas realidades del delito transnacional. La clave está en combinar la represión con políticas sociales que reduzcan la vulnerabilidad de las comunidades frente a las mafias.
Europa y Latinoamérica son socios naturales. Hoy, más que nunca, deben unirse para defender la seguridad, la democracia y el Estado de derecho frente a un enemigo común que no conoce fronteras. El tiempo de actuar es ahora.