De los silencios de Salinas a la exhibición de Sheinbaum: la Marina bajo sospecha

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  • La historia reciente de la Secretaría de Marina muestra que los escándalos de corrupción y pugnas internas no son nuevos.
FELIPE VILLA

CIUDAD DE MÉXICO.- La historia reciente de la Secretaría de Marina muestra que los escándalos de corrupción y pugnas internas no son nuevos. Lo que ha cambiado es la forma en que se enfrentan.

Hace más de tres décadas, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, la súbita renuncia del almirante Mauricio Scheleske Sánchez en 1990 se disfrazó con el eufemismo de “asuntos familiares”.

Hoy, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), los actos de corrupción al interior de la Marina no se ocultan: se exhiben y se persiguen, incluso cuando involucran a parientes directos de un exsecretario de Estado.

Retiro que olía a escándalo. Mauricio Scheleske Sánchez llegó a la titularidad de la Secretaría de Marina en diciembre de 1988, apenas iniciado el sexenio de Salinas. Su trayectoria lo había llevado de cadete en Veracruz a almirante con experiencia en operaciones navales, docencia y representaciones internacionales. Era un perfil técnico y disciplinado.

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Pero su paso por la máxima jefatura naval fue breve: en julio de 1990 renunció, apenas con dos años en el cargo, convirtiéndose en el primer secretario de Marina en no concluir un sexenio desde que la institución se formalizó en 1940. La explicación oficial fue tan sencilla como sospechosa: “motivos familiares”.

Sectores cercanos al círculo castrense hablaban en voz baja de acusaciones veladas, de tensiones con el entonces secretario de la Defensa y de una creciente pugna por el protagonismo en temas de seguridad pública.

La salida de Scheleske coincidió con el impulso de Salinas para fortalecer la imagen institucional del Ejército y la Marina, en un país que atravesaba por ajustes económicos y tensiones políticas.

Su sucesor, Luis Carlos Ruano Angulo, tomó posesión con fama de “limpiador”. Bajo su mando, se promovieron purgas internas, retiro de veteranos y una reconfiguración del mando naval. Algunos medios lo calificaron como el “secretario de la venganza”, en alusión a la mano dura con que aplicó los relevos.

El desenlace fue claro: el escándalo quedó en los pasillos, no en los titulares. Lo que se insinuaba como posible corrupción o pugnas de poder, quedó enterrado bajo el expediente de un “retiro familiar”.

Tres décadas después, la situación es muy distinta. En el gobierno de Claudia Sheinbaum, los escándalos de corrupción en la Marina no se maquillan ni se cubren con comunicados ambiguos. Prueba de ello es el reciente caso de los sobrinos políticos del almirante Rafael Ojeda Durán, quien fuera secretario de Marina durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

La detención del vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna, sobrino de Ojeda, junto con otros mandos y empresarios, exhibió una red de robo y tráfico de combustibles que operaba con recursos millonarios. El operativo derivó en la captura de 14 personas y en el decomiso histórico de un buque con más de 10 millones de litros de hidrocarburo robado.

Lejos de encubrir, las autoridades federales dieron una conferencia de prensa para detallar la investigación. El fiscal general Alejandro Gertz Manero fue categórico: años atrás el propio almirante Ojeda había solicitado abrir investigaciones internas sin importar lazos familiares. No habría protección para nadie.

El contraste con el pasado no puede ser más evidente. Mientras en 1990 se optó por el silencio para no manchar la investidura de un secretario, en 2025 se difunde públicamente que parientes de un exalto mando naval tienen orden de aprehensión en contra, uno de ellos ya en prisión por huachicol, y el otro buscado por la justicia también para llevarlo tras las rejas.

Lecciones de dos épocas. Los casos muestran no sólo estilos distintos de gobernar, sino también de comunicar. En tiempos de Salinas, los escándalos se gestionaban como “asuntos privados”, incluso si involucraban a figuras de primer nivel.

Hoy, bajo Sheinbaum, la lógica política es la contraria: exhibir, judicializar y convertir la lucha anticorrupción en un estandarte de gobierno.

Sin embargo, tanto en los noventa como en la actualidad, los escándalos han mostrado que la Marina, símbolo de honor y disciplina, también es susceptible a intereses económicos y pugnas internas.

Lo que marca la diferencia es la salida. Scheleske salió por la puerta lateral del Palacio, con un parte oficial que hablaba de su familia. Hoy, uno de los Farías Laguna sale escoltado, esposado y bajo la mirada de las cámaras; y el otro está siendo buscado para aplicarle las mismas medidas.

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